Comentario
La economía del reino de Malí estuvo dominada por el comercio transahariano y la demanda de oro por parte de las grandes ciudades musulmanas del norte de África. Las rutas eran las principales vías de intercambio de los productos sudaneses (exportación de oro y esclavos e importación de sal y cobre), la más occidental era la más tradicional y siguió en el siglo XIV siendo la principal pasando por Sijilmasa-Thegaza-Oualata; la ruta más oriental que iba de Ouargla-Touat-Tombuctú-Gao creció en importancia a finales del siglo XIV, sobre todo después de la peregrinación de Kanku Musa a La Meca. Los reyes de Malí y la aristocracia mandinga gastaron enormes sumas en la importación de caballos y vestidos de lujo, así como de productos alimentarios típicos del mundo magrebí, como higos, dátiles y trigo.
El comercio costero creció considerablemente con la llegada de los portugueses a Gambia, los cuales se encontraron con unos comerciantes mandingos muy expertos que vendían plumas de avestruz, marfil, oro y esclavos, y a los que era muy difícil engañar. A pesar de las enormes ganancias comerciales, monopolizadas por una minoría, la mayor parte de la población siguió siendo campesina, dedicándose al cultivo de mijo, sorgo, arroz y algodón, o al pastoreo de vacas, cabras, mulas y caballos.
La sociedad del imperio Malí tuvo una estratificación mucho más compleja y diferenciada que la de Ghana. La aristocracia mandinga formada por las grandes familias dirigía las diferentes provincias del imperio, era objeto de una especial atención por parte de los mansas que la halagaba continuamente con valiosos presentes. Esta clase social fue la que más fácilmente se islamizó y de la que surgieron los jueces o cadíes expertos en el conocimiento coránico, si bien para la gran mayoría de la nobleza la islamización no fue más que superficial.
Las wangaras fueron los comerciantes que se enriquecieron con el casi monopolio de las transacciones y recibieron también la influencia de la religión islámica; mientras que las clases más bajas de la sociedad, los campesinos libres y los "nyamakalas" (grupo heterogéneo en el que se encontraban desde los artesanos y hechiceros hasta los esclavos), continuaron siendo animistas.